Si a un nadador convencional se le salen las gafas al momento de entrar al agua, algo sumamente común, puede convertirse en un problema bastante grave. El nivel de cloro u otros químicos, además de la lógica densidad del líquido, hace muy difícil ver por debajo del agua.
¿Pero cómo es nadar completamente a ciegas? Las clases C11 y C12 de la Para natación están destinadas a competidores con discapacidad visual total o muy alta, llevando al extremo la capacidad para ubicarse y, cómo no, la confianza en el equipo técnico que les rodea.
Matilde Alcázar, multicampeona mexicana, nos explicó un poco más sobre cómo es la vida de una Para nadadora ciega. Pero no la vida de cualquier Para nadadora, sino que la de ella misma y de su entrenador, Ulises Menéndez, un equipo que sabe lo que es ganar. Y mucho.
De su paso por Chile, Alcázar se va a llevar la nada despreciable suma de seis medallas, dos de cada metal, incluyendo el oro que ganó minutos antes de conversar con nosotros. A su haber, también, ostenta varios récords parapanamericanos, partiendo por la misma prueba de 400 metros libres.
“Para lo que sentí, creo que no se cumplió la estrategia. Me falta todavía por mejorar, pero tengo objetivos y motivación para seguir entrenando bastante”, narró apenas salió del agua, con una evidente hambre inagotable de triunfos.
Alcázar deja Chile con una gran cosecha de medallas. (Foto: Santiago 2023 vía Photosport).
CONFIANZA MUTUA Y SEGUIR EL PLAN, CLAVES PARA EL ÉXITO
El entrenador o entrenadora son los ojos del competidor con discapacidad visual. ¿Cómo se expresa esto en las competencias? Cada técnico cuenta con una varilla, de diferentes largos, con los que tocan el cuerpo de su dirigido cuando está acercándose al muro del final de la piscina.
“El largo del tocador se convenia durante la preparación y se establece, como en nuestro caso, que a dos brazadas de la muralla son los toques y empezamos a entrenar a partir de eso. Podemos tocar el dorso, aunque hay otros que optan por la cabeza. Parte importante es cuidar la salud del deportista”, detalló Menéndez, quien se mantuvo tomado del brazo de la mexicana todo el tiempo.
La ubicación en la piscina es algo que debe planificarse al pie de la letra, algo que explicó con mayor ahínco Matilde Alcázar.
“El entrenador es el que me hace esas indicaciones, orientaciones y quien me ayuda en los entrenamientos para ir lo más precisa posible sobre la línea que tome. Es algo que se entrena. En 2017 tuve la pérdida de visión significativa y ahí es donde, justamente, empecé a experimentar lo que es nadar con lo que es nada de luz”, arguyó la medallista.
Alcázar, quien también ha sabido lograr cuatro medallas en campeonatos mundiales (una de oro), hizo memoria sobre sus primeros compases en la natación paralímpica, a la que llegó hace seis años.
En ese sentido, comentó que “al principio, como todo, es algo desconocido que te genera miedo, pero hay que enfrentarlo y ahora lo disfruto, desde la salida de la plataforma. Hay que tener confianza en tí y en la persona que es tus ojos y que está contigo. Se aprende bastante”.
Por último, el instructor Ulises Menéndez nos dejó una recomendación especial para los nadadores con discapacidad visual, digna de ser replicada: “Lo más difícil es establecer los métodos de entrenamiento de la dimensión hidroespacial, ya que puedes prepararte muy bien, pero si en la competencia no respetas el sentido del carril y nadas en zig zag, se pierde la preparación”.
Escrito por: Carlos Ramírez Salazar.