No está Chile en la cancha, pero eso no impide a la gente a disfrutar y aplaudir unas buenas jugadas de básquetbol. Brasil toma una ventaja importante en la primera mitad en la definición del bronce. Los que la reman desde atrás son los mexicanos, vestidos completamente de rojo.
En las gradas está Óscar Sierra (44), con una bandera del país norteamericano, un gorro firmado por el plantel que está jugando en Santiago 2023 y una máscara de lucha libre. Su primera experiencia en Juegos Panamericanos fue en Guadalajara 2011, donde se enamoró de la experiencia continental. Ocho años más tarde, viajó a Lima 2019 y ahora tampoco se quiso perder esta edición. “Son experiencias que no olvido, por eso sigo viniendo. Me gustó mucho Chile, la hospitalidad, la gente es muy atenta y amable”, dice el fanático del básquetbol que juega de pívot.
A su lado, lo acompaña Patricio Aravena, un nuevo amigo. El chileno que hoy reside en Padre Hurtado y ha viajado todos los días al Polideportivo 1 del Parque Estadio Nacional, se define como un “basquetbolista de toda la vida”. Esto opina sobre Óscar: “Es un hombre muy simpático, agradable, divertido, trae sus gorros de lucha y se los pone. Es alegre y cariñoso”.
Ambos se conocieron en el día que debutó el deporte en su categoría masculina. Una travesía de 6.600 kilómetros que tuvo escala en Panamá y duró 11 horas de vuelo los dejó situados en asientos contiguos. “Lo invité a comer a un restaurante famoso, el Venezia que queda en Pío Nono, quería que comiera algo típico chileno. Al final pidió un costillar”, relata Patricio, mientras ríe. gracias al básquetbol y sus conversaciones tácticas, la amistad se forjó. Patricio es conductor, posición que busca constantemente al pívot como referencia. Quizás por algo se tenían que juntar.
El gorro de Óscar firmado por la selección mexicana de básquetbol (Foto: Vicente Vásquez / Santiago 2023).
Hasta ahora, es el viaje más largo que ha hecho Óscar siguiendo a su selección, que cuenta cómo logró que el equipo le firmara el gorro: “Fue difícil, les tuve que gritar desde las gradas: '¡Oye, soy de México!' Soy el único que viajó y vino a verlos”. Sobre estar tan lejos de su tierra y vivir en directo a su país compitiendo en su deporte favorito, asegura: “Siento una satisfacción muy padre por verlos jugar. Esto lo hago también porque no pude salir, en algún momento yo quise ser el seleccionado y no lo pude hacer. Me voy contento, feliz y queriendo que más mexicanos hicieran lo mismo que yo”.
De las firmas presentes, la más valiosa para él es la de Fabián Jaimes, a quien admira pues viene “de una ciudad muy pobre que se llama Ciudad Meza. Lo conozco desde hace 12 años, cuando jugaba en la universidad. Me gusta cómo juega, es aguerrido. Inclusive lo fui a ver en una final con mi hijo de 7 años. Ahorita mi hijo tiene 14 y juega básquetbol”.
Patricio no esconde la emoción de estar presente en el Polideportivo 1. “Es una preciosura el ambiente que se ha creado, es extraordinario. La gente es muy atenta, estoy orgulloso de ver esto, nunca pensé que Chile iba a tener algo tan hermoso". Su equipo, llamado “Siempre Amigos”, hace partidos amistosos en Argentina con planteles sobre 45 años y ya desafió a Óscar. “Tiene que conseguir un equipo y venir con ellos”, cierra. En el mediano plazo, el mexicano se ve en Barranquilla 2027 junto a su hijo, viendo más básquetbol. En una de esas, como seleccionado nacional.
Escrito y fotos por: Vicente Vásquez Feres.
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