Antes de los Juegos, recorrí colegios con el programa “Conoce a tu Estrella”, viajando de Arica a Coyhaique para invitar a niños y niñas a descubrir el deporte y compartir con atletas de Santiago 2023.
De los más de 10 mil niños que conocí, muchos experimentaron el deporte en vivo por primera vez en las gradas. Algunos incluso me reconocieron durante una clase al aire libre en el coliseo del Parque Estadio Nacional.
Alguna vez el poeta chileno Juan Luis Martínez escribió que las aves cantamos en pajarístico. Nuestro lenguaje es transparente, fino, con cadencia, con muchos silencios quizá, pero que vibra con amor.
Así hablé a los 45 mil niños que han estado en el coliseo y en las diversas sedes. Aunque hablé en pajarístico, me oyeron en español, en inglés, en portugués, en todos los idiomas del mundo. Les hablé con el lenguaje que usamos los sietecolores, abriendo el buche, los pulmones.
¡Me sentí como Chris Martin, de Coldplay, cuando vino a cantar en este mismo estadio!
Hubo niños que por primera vez estaban en un estadio, como los que conocí en Las Condes, cuando practicamos atletismo con Martina Weil y Ximena Restrepo en la pista de San Carlos de Apoquindo. O a quienes visité en el Centro de Internación Provisoria, de San Joaquín, que quedaron impactados porque había jugadores de fútbol con discapacidades visuales.
Espero que estos niños, en el futuro, elijan ser deportistas después de ver lo que Santiago 2023 les mostró. Ese es el espíritu de los Juegos: un espíritu contagioso que se extiende desde las comunas sedes a todo el país, un momento de unión y alegría, un respiro para mirarnos a los ojos y abrazarnos.
Nota: Fiu.
Foto: Eduardo Urtubia/Santiago 2023.
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