Partió moviendo sus manos y piernas descontroladamente. Un grito simple de “¡vamos,Martina!” antes de partir y arrancó la carrera. Silencio sepulcral. Concentración y mirada fija como en sus tiempos en la pista, pero por dentro, seguía el nerviosismo combinado con la energía maternal.
La curva para entrar a la recta final empieza a cerrarse. La ventaja de su hija parece inalcanzable, pero la tensión y los nervios se mantienen hasta que la meta es una realidad. De ahí, la euforia se suelta y la emoción se expresa y se externaliza.
Un grito y un abrazo con Kenneth, agente de Martina. Luego con el resto de su familia. Poco a poco la gente se acerca a Ximena Restrepo para felicitarla. El logro de su hija también es suyo. Si Martina corre 400 metros planos, es porque supo ver las hazañas olímpicas de su madre en la pista.
El abrazo de Ximena Restrepo y Gert Weil. (Foto: Carlos Ramírez / Santiago 2023).
“Lo estoy disfrutando completamente. Es muy rico estar aquí en mi país, con mi gente, celebrando y gozando, porque cuando uno está con la gente que te quiere y que quiere a Martina, todo es mucho mejor. Creo que los nervios fueron parecidos a cuando yo corría”, narró quien fuera medallista de bronce en Barcelona 1992.
Después de conversar con nosotros siguen los abrazos. Personas conocidas. Otras no tanto. Todos la felicitan. Pero ahora falta el más importante de los gestos de cariño. Su esposo, Gert Weil, deja la transmisión de TVN en la que está trabajando, baja varios peldaños del coliseo y le da un beso y un abrazo gigante. Es el orgullo de los progenitores de la atleta chilena de oro.
Escrito por: Carlos Ramírez Salazar.
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