Las tribunas del coliseo central del Parque Estadio Nacional olían a gloria. Los ojos estaban puestos en las dos últimas pruebas del decatlón: el lanzamiento de la jabalina y los 1.500 metros planos. El fervor por Santiago Ford, atleta que se nacionalizó chileno a inicios de este año, se hacía sentir. Finalmente, cerca de las nueve de la noche, se consumó el sueño: Santiago cruzó la meta y obtuvo el oro.
A un costado de la pista, Matías Barrera (41), su entrenador, lo vivía así: “Ni siquiera vi las primeras dos vueltas de los 1.500 metros, me quedé pensando en otras cosas y de un momento a otro ya había partido la carrera. Cojeamos sólo en una prueba, todo lo demás salió al pie de la letra. El plan que usamos para el día dos técnicamente fue muy útil”, comenta.
Hace cuatro años que lo entrena y tienen una relación, según cuenta, “mitad profesional y mitad paternal”. Barrera agrega: “Sabemos separar bien las cosas, eso nos ayuda a equilibrar su proceso y su crecimiento en el último tiempo. Él trabaja como profesor y yo también, ocupamos los tiempos que tenemos libres para poder ajustar todo. Hay veces que no se puede, recurrimos mucho al entrenamiento en línea”.
¿Cómo se conocieron Santiago y Matías? Explica que, al entonces joven cubano de 22 años, le interesaba entrar a la disciplina del decatlón, por lo que le recomendaron trabajar con Barrera. “En la pandemia nos lanzamos a una prueba individual, el salto triple. Después tomamos el decatlón desde otro punto de vista y resultó”, comenta.
Cuando Santiago Ford llegó a la meta, tenía que claro que ganaría la medalla de oro en el decatlón panamericano (Foto: Photosport).
A su pupilo lo define como un hombre “sencillo, se alegra con cosas simples, tiene mucho potencial y aún así ha madurado mucho el control de su ansiedad. Deportivamente es muy explosivo, potente y a la vez es muy delicado. Es un arma de doble filo, no hay que pasarse de la mano para que se mantenga en buen estado físico. Ama lo que hace y eso vale mucho”.
Al ver la enorme marea roja apoyándolo en el coliseo, Matías dice que se lo tomó con humor. “Le comenté que si antes tenía 3.000 seguidores, ahora se va a llenar de seguidores y se rió entonces sí, lo tomamos con calma. Hay que mantenerse fiel a su plan, no hay que apurarse”, asegura.
Santiago le brindó a los Juegos una hermosa imagen: al dar la vuelta por la pista hizo el último tramo con su pequeño hijo. En los camarines, donde gritó de emoción con la gente que lo esperaba afuera, comentó: “Fueron dos días épicos, dos días inolvidables, dos días que luchamos para estar acá, que no se nos van a olvidar, que el pueblo chileno nos apoyó de inicio a fin. Di lo mejor de mí para que el pueblo chileno y mis padres en Cuba se sientan orgullosos. Para que mi familia acá, mi polola y mi hijo, en un futuro poder contarles que su papá lo dio todo para el país”.
Otro de los momentos icónicos de la noche fue su breve detención al cruzar la línea de meta. “En esos cinco metros paré, me acordé cuando entré por el desierto, con frío, con hambre, deshidratado, pero con la mente de que queríamos llegar hoy acá. No me arrepiento de la decisión que tomé, creo que fue lo mejor”, declaró.
Escrito por: Vicente Vásquez Feres.
Foto principal: Photosport.
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