21.15: Fiu llega a casa. En su nido, hace memoria y observa en su agenda que lleva 10 días viviendo en el Parque Estadio Nacional (para evitar molestarlo, no le contaremos dónde anida específicamente, pero lo hace en el amplio Fiu Fest). “Del 20 de octubre al 26 de noviembre”, tiene escrito. “Cómo pasa el tiempo”, reflexiona, recordando que tuvo que dejar su hogar en los humedales por una causa noble e inspiradora.
22.00: ya no hay ruido. El escenario se apagó y de fondo solo se escucha el sonido de algunos motores. Es hora de dormir. Fiu mira las estrellas. Repasa las constelaciones, las formaciones de estrellas y se acurruca en su nido. El sietecolores ya duerme. Se le ve feliz. Su mente debe estar soñando. Sólo él sabe.
8.15: el despertador biológico de Fiu se activa. “¿Qué hago hoy?”, se pregunta el sietecolores, y se responde: “Levantarme a inspirar a la gente”. Mientras se ducha, lava su boca y peina, está con un ojo pendiente a los resúmenes del día en TV.
10.00: Fiu llega al trabajo. Se instala al frente del pebetero del frontis del coliseo central y se apresta a recibir a cientos de escolares. La “rutina” la viene desplegando desde hace un tiempo. Él, feliz; los escolares y el amor lo energizan. Es hora de brillar, nuevamente.
10.05: se arman filas de estudiantes para no desordenar. Recibe a cada uno. Lo abrazan. Le hablan. Una niña se emociona tanto que llora. De alegría, claro, de estar al lado de la mascota más importante y querida del continente.
10.11: cinco pasos, una foto; cinco pasos, otra imagen; cinco pasos, una selfie; cinco pasos...
El sietecolores comparte con niñas y niños.
10.15: a esta hora ya lleva cientos de pasos, rumbo a su primer mini descanso. Debe refrescarse.
10.20: se viene la primera entrevista con un canal. Se trata de la Universidad de Chile, con una periodista que no se pierde la oportunidad de abrazarlo, cerrar los ojos y suspirar. Ella pregunta y Fiu responde como sabe hacerlo: moviendo sus alas, saltando, asintiendo, dando un giro…
10.25: ahora llega Canal 13… Misma escena. Ternura.
11.30: escribe su columna diaria, que publica en el sitio web de Santiago 2023.
13.00-14.00: almuerzo.
14.01-14.35: vuelo.
14.36: Fiu llegó a Punta de Lobos, en Pichilemu, donde lo esperan más colegios.
14.58.15.30: vuelo.
La mascota oficial de los Juegos siendo entrevistada por el canal de la Universidad de Chile.
15.31: es hora del tenis de mesa, en el CEO. Grupos de escolares se arriman. Cinco pasos, una foto; cinco pasos, otra imagen; cinco pasos, una selfie; cinco pasos...
16.30: entrevista con TVN. Abrazo, risas, fotos, cámaras. Salto, aleteo, vuelta, asentir. El periodista se va conforme, feliz, tiene su exclusiva.
17.40: de regreso al parque, en bus esta vez.
18.00-18.30: colación (igual se saca fotos).
18.31-21.59: es hora del Fiu Fest. Hay cultura, gastronomía, talentos en el escenario. Fiu es el centro. Fotos. Selfies. Alegría. Cinco pasos. Baile. Saltos. Aleteos. Fiesta. No está agotado. Al contrario, es feliz viendo a la gente alegre. Son las “rondas de inspiración” que lo energizan.
Fiu con un elenco de baile que participó en la programación cultural del Parque Estadio Nacional.
22.00: es hora de dormir. Fiu mira las estrellas. Repasa las constelaciones, las formaciones de estrellas y se acurruca en su nido. El sietecolores ya duerme. Se le ve feliz. Su mente debe estar soñando. La única diferencia de hace 24 horas es que ya sabemos qué sueña. El país entero lo sabe.
El legado vuela.
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