Junto con las ediciones de los Juegos Olímpicos, tanto de verano como de invierno, se despliegan varios sucesos: la sede se prepara con estadios, recintos, pistas y canchas, villas para los deportistas y todo lo necesario para las competencias y para el público. También se preparan las ceremonias como la inauguración y la clausura. Por otro lado, las mascotas de cada edición se presentan con tiempo, esos personajes que acompañan la imagen de cada Juego y que representan el punto de partida de un enorme negocio: la venta de productos recordatorios del evento.
Las mascotas olímpicas son generalmente animales, pero también figuras antropomórficas representativas de la región en donde se disputarán los Juegos. Se les atribuye valores y conceptos que se quieren destacar, como mensajes positivos y promoción de la ciudad sede -y por proyección del país- al resto del mundo. Con el tiempo han cobrado mucha relevancia no sólo por el amplio abanico de productos licenciados que se venden; también por la conexión que significan con el público, el que varias veces ha sido convocado a votar y concursar por los diseños y nombres.
La primera mascota en la historia de los Juegos Olímpicos se presentó en Grenoble 68´. Se trató de una especie de esquiador muy sonriente y alegre, vestido con los colores de la bandera de Francia. De ahí en adelante hemos visto un simpático zoológico poblado por las más variadas criaturas. Algunas muy concretas y similares a caricaturas de animales y figuras, otras menos definidas y ambiguas. Algunas han tenido un éxito rotundo en recordación y ventas, como, por ejemplo, Cobi, la mascota de Barcelona 92´. Cobi fue creada por el diseñador español Javier Mariscal y representa a un perro de estilo cubista, inspirado en la raza del pastor catalán. Fue un exitazo de ventas, lo mismo que los Juegos, considerados por muchos como los mejores de la historia.
Tal vez por ser la primera mascota de unos Juegos Olímpicos de verano, el perro Waldi, un salchicha típico de la región de Baviera, se recuerda con especial cariño. Aunque posteriormente, pasado el entusiasmo inicial, fue blanco de algunas aprehensiones, ya que son cinco los colores de los continentes a representar, pero Waldi sólo tenía tres, dejando fuera África y América.
Otras como Amik, el castor de Montreal 76´, recibieron duras críticas y adjetivos como “oscuro”, “simple” y “poco original”. Tampoco nadie supo muy bien qué era Izzy, la mascota de Atlanta 96´. Lo mismos Juegos ya habían sido crucificados con antelación por la mayoría de los aficionados, que creían que la sede debió otorgarse a Atenas, por ser el año del centenario de los Juegos Olímpicos modernos. Bajo ese prisma, no hubo disposición a aceptar una mascota de forma poco definida y con un relato ambiguo (la historia era de un niño que usa los poderes de los anillos olímpicos).
Las últimas mascotas olímpicas son Miraitowa, que deriva de una combinación de las palabras japonesas mirai (futuro) y towa (eternidad) y Someity, un personaje con grandiosos superpoderes y con sensores táctiles. El nombre de Someity viene de Someiyoshino, una flor de cerezo, y está mezclada con la expresión en inglés so mighty (muy poderoso). Los Juegos de Tokio 2020, se celebrarán en medio de estrictas medidas sanitarias por la pandemia mundial, por lo que no sería extraño ver a estas mascotas protegidas por mascarillas. Ambos personajes, de estética futurista e inspirados en el anime, fueron elegidos en una votación llevada a cabo en miles de escuelas de todo Japón, alcanzando una cobertura del 70%.
Los Juegos Panamericanos rápidamente recogieron la idea de la mascota, que debuta en la edición de San Juan 79´ con Coqui, un sapo autóctono de Puerto Rico. En la lista de mascotas panamericanas se pueden reconocer variados animales y figuras. Papagayos, lobos marinos, patos, un manatí y hasta un sol en Río 2007, los primeros organizadores en lanzar un concurso popular para ponerle el nombre a la mascota. Así nació Cahué, un saludo en la lengua Tupi.
La Habana 91´se lució con el ingenio: los cubanos nombraron a su mascota “Tocopan”, que provino de la mezcla de “tocororo” (ave nacional de Cuba), con Panamericanos.
Toronto 2015 fue aún más innovador: lanzaron un concurso público dirigido a los niños. Se recibieron más de 4000 propuestas, provenientes de todas partes de Canadá. Los ganadores fueron un grupo de estudiantes de octavo de una escuela en Ontario. Ellos crearon a Pachi, un puercoespín que tiene 41 púas, una por cada país que participa en los Juegos.
En Lima 2019 el relevo de Pachi fue Milco, la última de las mascotas Panamericanas antes de Santiago 2023. Milco viene del cuchimilco, estatuillas elaboradas en arcilla que datan del siglo XIII. Durante varios meses se hicieron votaciones populares, rompiendo el récord de participación de Toronto. Y la tradición continuará, cuando entre octubre y noviembre de 2023 se desarrolle en Santiago de Chile una nueva versión de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos. El comité organizador comienza por estos días a elaborar el camino de creación de su mascota, la imagen que acompañará a cerca de 10 mil deportistas durante la competencia.