Cisnes, canelos, lingue, ranas, sapos, cuervos de pantano, puyes, torcazas, becacinas, chorlos, zarapitos, humedales, la Laguna Grande de San Pedro de la Paz, una de mis tantas casas a lo largo de América.
Esta es la segunda vez que me quedo en San Pedro, tras el Prepanamericano de remo que fue en abril, donde incluso participé de una edición del programa “Conoce a tu Estrella”, que une a niños y niñas con el deporte.
Me dijeron que hoy se repartirían muchas medallas, que tenía que estar, que competirían las mejores delegaciones del continente y que 400 niños de comunas aledañas me estarían esperando para mirar el remo.
¡Hermoso! La laguna está repleta, con un sol cálido y brillante. No saben las imágenes que me voy a traer. Risas, lágrimas, abrazos de tanta medalla que la competencia entrega.
Pero lo más importante es cómo la organización y la gente cuida este santuario, porque tenemos que protegerlo, devolverlo igual a como lo encontramos. El medio ambiente en San Pedro de la Paz me inspira.
Allí viven muchos amigos y primos, que se pueden asustar por las embarcaciones y los botes, pero sé que no deben tener miedo.
Agua controlada, voluntarios capacitados, catamaranes eléctricos, limpieza y control de residuos son algunas medidas que tomamos para la preservación y protección de la laguna.
El medio ambiente en San Pedro de la Paz me inspira y me pone muy contento que nos preocupemos por cuidarlo.
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