Hidrocefalia y tres días de vida. Ese fue el diagnóstico que los médicos le dieron a sus padres. Hoy agradece todas las oportunidades que se le han dado. Su fe y la religión lo han llevado a entender y aceptar que las cosas pasan por una razón. Esto le permite dar lo mejor de sí, sin frustrarse y con competitividad sana.
¿Qué parte de tu historia te marcó?
Mi vida tuvo un giro incluso antes de que naciera. Cuando el médico le comentó a mis padres sobre mi condición, mi mamá, que es muy evangélica, comenzó una cadena de oración gigante por mí. Ella encontraba esperanzas en dios y confiaba en que si yo tenía o no una oportunidad de aprovechar la vida, sería según su voluntad.
Muchas personas se unieron para un milagro. Y contra los pronósticos iniciales, estoy aquí y soy una persona totalmente independiente y capaz.
¿Qué enseñanza de tu infancia agradeces hoy?
Mis padres nunca me inculcaron el miedo al qué dirán. Al contrario, me entregaron la confianza y, desde pequeño, me enseñaron que debemos tratar a todos y todas por igual. Eso me ayudó a sobrellevar las críticas. Nunca fueron sobreprotectores y me daban la libertad y apoyo para ser una persona independiente.
¿Cómo enfrentas las críticas?
Gracias a la confianza que mis papás me inculcaron, en realidad nunca ha sido un tema muy relevante para mí. Es más, en vez de que me afectaran negativamente, veía esos comentarios malintencionados como una oportunidad para reafirmar lo capaz que soy, lo que me ha fortalecido un montón hoy. Eso se lo agradezco sobre todo a mi padre.
¿Cómo era tu relación con él?
Muy cercana. Sus consejos y humildad me ayudan hasta el día de hoy. En largas y profundas conversaciones, me inculcó valores importantes, acompañados siempre de una taza de café.
Si bien era estricto, considero que fue muy necesario para forjar mi disciplina y darme cuenta que hay problemas que no son tan graves. Recuerdo que para él la sinceridad era primordial, pero además era muy certero para tomar decisiones. Por ejemplo, si no quería hacer algo, declinaba las invitaciones con amabilidad y explicando que no veía beneficios en esa actividad.
Agradezco también que nunca fue estricto conmigo y me otorgaba la libertad para desarrollarme y explorar. Eso se ve reflejado hoy en mi participación deportiva. Siempre me recalcaba la importancia del bienestar personal junto con la disciplina y constancia. Gracias a eso, hoy estoy desarrollándome en lo que más me gusta, el deporte paralímpico.
Herbert junto a su padre. Foto: Herbert Aceituno
¿Qué significa el deporte para ti?
Romper barreras, superar las limitaciones sociales. El deporte te abre muchas puertas, que otras instancias no te entregan, la posibilidad de sentirte 100% capaz, de ser disciplinado, estar enfocado, entregarte a algo con toda tu energía. Además, el paralimpismo me demuestra que todos tenemos un gran recorrido, no podemos mirar con lástima a alguien con discapacidad.
¿Cómo llegaste al Para powerlifting?
Yo siempre jugué fútbol, pero un día estaba lloviendo mucho y no pudimos ir. Un amigo me invitó a entrenar al gimnasio juntos. Ahí me empezó a gustar cada vez más, hasta que le agarré el hilo, e ir se convirtió en un hábito.
Después de un tiempo, me invitaron a participar de un campeonato, estaba nervioso porque nunca había hecho nada frente al público, pero salí tercero. Quedé contentísimo, motivado y me di cuenta que si me dedicaba más juiciosamente a esto, podía tener grandes cosechas.
Luego, le comentan al amigo que me había invitado inicialmente al gimnasio que Jorge, un entrenador, me estaba buscando para trabajar conmigo. Ese entrenador supo de mí mientras estaba en una competencia en Nicaragua y me vino a buscar a El Salvador. Después tuvimos una reunión y me comentó que podría participar en Para powerlifting. Eso hizo que me sintiera afortunado, nervioso, pero sobre todo muy feliz.
¿Qué desafíos viste al iniciar tu carrera paralímpica en El Salvador?
El paralimpismo no era nada conocido, de hecho el Comité Paralímpico se había formado solo un año antes de que yo llegara, por lo que era todo muy nuevo aún.
Por eso, el test event de Para powerlifting en Río 2016 fue una competencia que marcó un antes y un después en mi carrera. Muchos me cuestionaban, me decían: “¿para qué vas a ir?”, “nadie te conoce”. Pero pude demostrarles que sí se puede. A partir de ahí, solo fui escalando y motivándome más y más. Ahora ya no nos ven simplemente como atletas especiales, sino que podemos inspirar y visibilizar otras opciones a personas con discapacidad.
Este punto de inflexión me hizo ser mucho más disciplinado, ya aparecía en las noticias y la gente me reconocía. Fue un período de transformación para mí, para enfocarme en lo que realmente quería.
¿Qué significó para ti ser atleta revelación en Lima 2019?
Fue un salto grande, no muchos me conocían, no era el preferido y gané oro. Igualmente tuve sentimientos encontrados, estaba compitiendo contra grandes representantes, fue una competencia reñida
Yo admiraba a las personas que estaban ahí, pero tenía la decisión de demostrar mi garra. Entonces, por un lado era extraño, porque estaba con gente reconocida, pero por el otro sabía que podía destacar. Además, si en algún momento perdía la confianza, estaba mi entrenador, quien me dio el impulso a confiar.
Luego de ganar el oro, la satisfacción me inundó, saber que todos los sacrificios que estaba haciendo se veían recompensados es una sensación incomparable. Saber que estaba mi familia ahí para verme triunfar es algo que le agradezco inmensamente a dios, en quien puse mi confianza antes de competir. Los resultados serían su voluntad y eso me dejaba más tranquilo.
¿Qué recuerdas de tu participación en Tokio 2020?
Fue una sensación increíble, con momentos que se quedarán grabados para siempre en mi memoria. Hicimos historia, demostrando que las personas con discapacidad son igual de capaces que los atletas convencionales. Tokio me enseñó que, cuando los y las Para atletas aprovechamos las oportunidades, podemos lograr cosas grandes. Hay mucho potencial ahí afuera, las personas solo deben atreverse a hacerlo.
Herbert con medallas ganadas en mayo del 2023. Foto: Herbert Aceituno.
¿Qué esperas de estos Juegos Parapanamericanos Santiago 2023?
Disfrutar la experiencia, vivir la fiesta del deporte al máximo, compartir con otras personas que viven con mi misma pasión este mundo deportivo. Se nota que es un evento muy bien organizado, lo puedo notar en sus redes. Me doy cuenta que su enfoque es mostrar a todas y todos los atletas de manera digna.
¿Cómo es tu preparación para las competencias? ¿Cómo es un día en tu vida?
Desde mi preparación para Lima, todos mis días parten a las dos de la mañana. Me ajusto al horario de mi entrenador, y de esta forma también distribuyo las comidas durante el día. Entonces, a las cinco ya estoy entrenando, en las tardes juego videojuegos con mi sobrino, y me duermo a las diez u once de la noche. Me despierto a esa hora incluso los fines de semana, porque el cuerpo ya se acostumbra, pero me gusta mucho mi rutina, me mantiene ordenado y enfocado. Lo más importante es saber descansar y dormir para recuperarse.
Por último, ¿qué mensaje te gustaría dejarle a las personas?
Disfruten de esta fiesta del deporte, apoyen a los y las atletas, motívenlos. Recordemos que estamos todos unidos por la alegría del deporte, llenen los estadios. Aprovechemos este momento.